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El que no corre, vuela

La aplicación aérea de fitosanitarios es una actividad de creciente desarrollo en el agro argentino. De la mano de los avances en manejo de enfermedades, insectos y malezas, los servicios profesionales de este tipo encuentran un interesante nicho de negocios.

Así lo experimenta Omar Díaz, titular de la firma AAXOD, que con sede en Monte Buey, Córdoba, gestiona una empresa con fuerte perfil de servicio profesional en pulverizaciones aéreas. Su última innovación así lo corrobora: la adquisición de un Air Tractor 802, uno de los únicos dos existentes en el país para ser utilizados en la aplicación aérea de fitosanitarios.

Díaz es un joven emprendedor que en 1993 comenzó la actividad profesional como piloto de aviones, con foco en los servicios para el agro. “En 1997 creé mi propia empresa, AAXOD, con la adquisición de dos Cessna A188B”, recuerda.

Desde siempre, su impronta fue la innovación y la diferenciación del servicio. “En los inicios, mi expertise profesional se focalizaba en la aplicación de glifosato con avión para tratamientos precosecha o control de malezas en los pocos lotes de soja RR que había por entonces”, recuerda.

Esta actividad lo llevó a entrar en contacto con referentes y productores, realizando pruebas y experiencias para ajustar la técnica. Posteriormente, y de la mano de la expansión en superficie de muchos de sus clientes, fue ampliando su radio de acción, lo cual acompañó con un crecimiento en el número de aviones, la cantidad de bases y hasta la ampliación del negocio a partir del combate de incendios forestales en el país y el exterior (Ver Experiencia ...).

Su última innovación fue la adquisición de un Air Tractor 802 con 3.000 litros de capacidad, lo cual le brinda gran autonomía y la posibilidad de un manejo más ajustado.

Justamente, esta aeronave pudo ser observada en la jornada “Un Productor en Acción”, organizada recientemente por la regional Los Surgentes/Inriville de Aapresid (Ver Productor ...).

“El 2009 fue un año que nos hizo repensar el esquema de empresa”, disparó Díaz, en relación a la compra de la nueva aeronave. La gran presión de enfermedades en soja, sumada a la creciente superficie de tratamientos de fungidas en maíz, generaron un pico de demanda muy elevado.

“La gran explosión que tuvo la mancha ojo de rana en soja y el ajuste en manejo de roya en maíz se sumaron a la demanda existente de control de plagas, ampliando la superficie a tratar”, enfatizó.

“Ese pico estacional hizo que incluso tuviéramos retrasos de hasta siete días en algunos tratamientos, aspecto que decidimos revertir. La decisión fue la compra de un equipo que permita aumentar sustancialmente las hectáreas aplicadas en las horas adecuadas”, agregó Díaz.

Comparado con un avión tradicional que vuela a 185 kilómetros por hora, el AT 802 puede superar los 260 kilómetros por hora y con un mayor ancho por pasada. Todo esto se traduce en mayor productividad por hora y mayor autonomía por el volumen del tanque de carga. “Además, podemos ampliar el horario de aplicaciones jugando con el ajuste de algunas variables, aunque esta posibilidad está algo limitada por las condiciones ambientales (humedad y temperatura)”, agregó Díaz. “Otra de las ventajas es la posibilidad de aplicar importantes volúmenes de fertilizantes sólidos como la urea, una tecnología creciente en las arroceras”, agregó. Lo cual se suma a una mayor autonomía y eficiencia del equipo a la hora de combatir incendios forestales.

Como un nuevo factor de creciente importancia, el titular de AAXOD destaca que la gestión ambiental es un punto a no descuidar, “tanto por la responsabilidad que nos cabe como aplicadores y productores como también para poder dar evidencia de nuestra conducta a la sociedad”.

En este sentido, e incentivado por la exigencia de la empresa forestal que contrata sus servicios de manejo del fuego, AAXOD está en vías de certificar normas ISO 14001, de gestión ambiental. “Pienso ampliar su alcance a las tareas de pulverización aérea”, destacó.

En esta línea de trabajo, desde 1997 el hangar cuenta con un sistema de desactivación de principios activos de los fitosanitarios del agua remanente del lavado de los aviones. Adicionalmente, la empresa cuenta con un depósito y una gestión responsable de la deposición final de envases vacíos, con previo triple lavado y perforado.

Consultado sobre el riesgo ambiental que una tarea sensible como la pulverización aérea puede generar, Díaz sostiene que la clave pasa por el conocimiento y la aplicación de buenas prácticas. “Si se maneja bien y con responsabilidad los riesgos se minimizan. Hay que desmitificar a la aplicación aérea, tanto en su efectividad agronómica como en los riesgos ambientales”, agregó.

Para graficarlo, Díaz sostuvo que “un cultivo no se entera si lo que pasa por arriba es un pulverizador terrestre o aéreo: ambos son vehículos de un equipo de pulverización”, destacó. En consecuencia, la clave pasa por regular de manera consistente los equipos para maximizar su efectividad agronómica y minimizar los riesgos ambientales.

De cara al futuro Omar Díaz considera que los aeroaplicadores deben interactuar mucho más con el productor. Según el empresario, el productor, incluso cuando contrata un servicio de cosecha, siembra o pulverización terrestre, “está acostumbrado a subirse al equipo e incluso sugerir regulaciones, cosa que no pasa con el avión”.

En este sentido, durante la jornada organizada por Aapresid en su hangar, propuso incentivar este tipo de eventos en los cuales se puede interactuar e intercambiar conocimientos. Incluso fue por más y aclaró: “estoy pensando en invitar al cliente que se anime a acompañarme en alguna pulverización de su campo, ya que el nuevo avión es biplaza”.

Las pulverizaciones aéreas seguirán evolucionando. Y una vez más, el conocimiento y la eficiencia serán los factores diferenciales.

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